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Experiencias que transforman vidas

Además de la oportunidad de mejorar un idioma, esta experiencia les ha aportado muchas cosas a nivel personal ¡Repetirían sin dudar!

Gracias a la oportunidad de pasar el verano trabajando en Estados Unidos, nuestros chicos Guillermo, Paula y Julia han podido combinar dos cosas que les encantan: el trabajo con niños y el viajar.

Guille y Paula han podido estar durante 3 meses en YMCA Camp Cory, que se encuentra a orillas del lago Keuka en el estado de Nueva York. Por su parte, Julia disfrutó de un mes y medio en YMCA Camp Woodstrock, en el valle que lleva el mismo nombre, perteneciente al estado de Connecticut.

Nos cuentan nuestros chicos, que aún encontrándose con las típicas limitaciones de este tipo de viaje (el idioma, la gente que no conoces, la cultura…), estas fueron menos de las esperadas y la experiencia ha sido enriquecedora e inolvidable.

Guille, de primera generación de Zaragoza, dice que “sin duda lo mejor de ahí ha sido los amigos que haces. He conocido a personas increíbles con las que he vivido muchísimas experiencias”.

Por su parte, Paula, también de primera generación y que ya había tenido la oportunidad de vivir como niña un campamento de YMCA en Estados Unidos, quiso “devolver” todo lo que le aportó esta experiencia siendo monitora aquí y aprovechó este verano para hacerlo también allí.

Recuerda con alegría los ‘camps fires’: “hay algo mágico en encender un fuego y cantar y contar historias. Ver como 200 personas son capaces de juntarse para cantar una canción a la luz de la hoguera es algo maravilloso”.

Julia, de segunda generación de Madrid, vivió lo mismo que sus compañeros, pero en otro campamento.

Nos cuenta emocionada su mejor experiencia allí: “Cuando acabamos la primera sesión de campamento, nos nombraron la mejor cabaña por haber superado los problemas y obstáculos que nos encontramos. Como regalo, pudimos decidir el sitio para evaluar con las chicas. Escogimos un balcón frente al lago y acabamos todas tumbadas mirando las estrellas con música de fondo. Fue una bonita despedida”.

Aunque los tres han vivido la experiencia de forma muy propia y diferente, todos están de acuerdo en algo: le recomiendan a cualquiera que se anime a cruzar el charco y vivir un verano en un campamento americano.

En especial porque, “te ayuda a conocerte más a ti misma y a ser más independiente. He aprendido a valorar algunas cosas que por muy pequeñas que sean aportan más de lo que piensas. Y de esto te das cuenta solo cuando sales de tu zona de confort”.

Ni que decir tiene que han conocido a gente maravillosa, de varias partes del mundo, con los que han forjado relaciones profundas en tan poco tiempo porque: ¡es lo que te da un campamento de YMCA!

 

 

 

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