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Sócrates y la mala imagen de la juventud

La mala imagen de la juventud existe desde tiempos de Sócrates

«La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros».

Y aunque a nadie le sorprenderá escuchar esto sobre nuestra juventud, la cita corresponde a Sócrates. Es decir, hace 2.500 años que se dijo esto y seguimos en las mismas. La juventud de ahora no es la peor, es una etiqueta que nunca ha cambiado de dueño.

¿Todavía nos soprende la mala imagen que se transmite de la juventud?

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, los y las jóvenes son el colectivo más castigado por la crisis. Pero además tienen que vivir con que se les culpabiliza de las situaciones que están sufriendo.

Se los califica de ni-ni (ni estudia-ni trabaja) cuando son la generación más preparada de la historia del país. Aquellos que han perdido su empleo, siguen formándose, y los que no “tienen la suerte” de tener un empleo se marchan a buscarlo, con los pocos medios que tengan. «Suerte» entre comillas, poque ya sabemos qué tipo de empleos se ofrecen a este colectivo…

Se les ridiculiza cuando a los 30 siguen viviendo en casa de sus padres, pero carecen de una independencia económica que les permita emanciparse o formar una familia.

Sus propios padres los llaman “niños mimados, inmaduros e irrespetuosos”, que no pueden enfrentar el mundo exterior por sus propios medios.

Se les tacha de indiferentes ante la política, pero se movilizan cada vez que pueden para protestar por las medidas y reformas de un Gobierno que ni los tiene en cuenta, ni los ayuda a mejorar su situación.

Nuestra experiencia con la juventud no se ajusta a esta imagen que la sociedad se ha empeñado en transmitir de ellos. Son una generación formada, preparada, con valores y que, obviamente, no es perfecta, como no lo somos ninguno, pero que está marcada porque la excepción se haya convertido en la imagen para todo el colectivo.

Nosotros los vemos como una generación dispuesta a aceptar nuevos retos y a hacer frente a los cambios. Una generación voluntariosa y comprometida, con un potencial increíble que desarrollar y unas ganas locas de hacerlo.

Pedro Sarasqueta escribió “la sociedad necesita una juventud difícil; aquella que haga desesperar a los adultos. De esta forma nuestra sociedad puede realizar los cambios necesarios para adaptarse a realidades cambiantes”. Estamos con él, los jóvenes son el cambio que el mundo necesita.

Todo está en constante avance y evolución. Y las convenciones sociales, políticas y religiosas no se libran de ello. Es entonces cuando la juventud nos señala. Y señala la no adaptación a los cambios de la sociedad, la no asunción de nuevos contextos que requieren de otras formas de ver y hacer las cosas.

Y a la sociedad le duele ser señalada, claro. Y la toma con la juventud.

Porque ya teníamos culpable: los jóvenes de hoy en día. Pero este mismo colectivo se encarga de señalar que, sin una convivencia intergeneracional para asumir estos cambios y construir juntos, la culpa es de todos.

 

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